El último año nos ha situado frente a uno de los mayores retos de los últimas décadas. Una situación sin precedentes que Grupo Antolin ha sabido afrontar gracias a un modelo de negocio maduro, con una gran capacidad de resiliencia, y una sólida visión de futuro. Y en este contexto de cambio, de readaptación y de decisiones trascendentales que se toman en poco tiempo, la recuperación del presente se conjuga con la escritura del futuro. A todos los niveles, también desde la industria de componentes de automoción, de la que se espera que sea uno de los puntales del nuevo escenario de recuperación.
Davos celebrado en enero de 2020 puso la primera pieza para construir un nuevo paradigma empresarial: el llamado “capitalismo de stakeholders”. Frente a la empresa que solo responde ante sus accionistas, este nuevo capitalismo apuesta por un modelo distinto, más ambicioso en su alcance, en el que la empresa cumple, además, con sus clientes, sus clientes, sus proveedores, las comunidades donde opera, el medio ambiente y la sociedad en general.
Un nuevo marco de desarrollo económico donde, a los objetivos propios de cada compañía, se unen conceptos como la prosperidad económica compartida, el desarrollo social, el progreso sostenible y la conservación ambiental. Pilares para construir un futuro mejor para todas las personas. Porque de eso se trata ahora: es el momento de escribir el futuro.
Este nuevo paradigma es la respuesta del mundo empresarial a la llamada a la acción que supuso la Agenda 2030 de Naciones Unidas y sus 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS). Nunca hasta los últimos dos años se habían escuchado tantas veces las palabras emergencia ni las autoridades globales y locales, todas a una, habían insistido tanto no solo en la necesidad de actuar, sino en hacerlo ya, de forma rápida y contundente.
Una de estas medidas urgentes es el Pacto Verde Europeo, la hoja de ruta para dotar a la UE de una economía sostenible antes de 2050. Sostenido por un presupuesto de 1 billón de euros, el plan dibuja tres estrategias entrelazadas para alcanzar una economía más limpia a escala continental: impulsar el uso eficiente de los recursos facilitando la transición hacia la economía circular, restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación.
Como no podía ser de otro modo, el Pacto Verde Europeo concede una atención primordial al sector de la movilidad. Entre sus planes prevé la puesta en marcha de una estrategia de movilidad sostenible e inteligente, la financiación para desplegar una infraestructura de recarga pública para vehículos eléctricos, la evaluación de los marcos legislativos para impulsar los combustibles alternativos o el aumento de las restricciones de las emisiones de contaminantes atmosféricos de los vehículos.
Esta hoja de ruta se entrelaza también con la nueva Estrategia Industrial Europea, que aspira a asentar una nueva política industrial para la Unión europea, común a todos los estados miembros y con vocación de permanencia a largo plazo. Tres son los pilares sobre los que reposa: transición ecológica, competitividad mundial como mercado único y transición digital.
El Pacto Verde Europeo es la nueva estrategia de crecimiento de Europa.
Su objetivo esencial es hacer de Europa el primer continente climáticamente neutro del mundo de aquí a 2050.
Son necesarias las condiciones adecuadas para que los empresarios transformen sus ideas en productos y servicios reales y para que las empresas de todos los tamaños prosperen y crezcan.
La UE debe aprovechar el impacto, el tamaño y la integración de su mercado único para hacer oír su voz en el mundo y para establecer normas mundiales.
Las tecnologías digitales están cambiando la faz de la industria y la forma en que hacemos negocios.
Permiten que los agentes económicos sean más proactivos, proporcionan a los trabajadores nuevas capacidades y contribuyen a la descarbonización de nuestra economía.
En los últimos años han irrumpido tantas novedades disruptivas en el sector del automóvil que más que hablar de un momento de cambio habría que referirse a un proceso de redefinición. Son muchos los frentes que tiene abiertos el sector, aunque sí se puede hablar de un consenso hacia una misma dirección. El vehículo del futuro será conectado, autónomo, electrificado, personalizado y será, cada vez más, considerado un servicio.
En 2020, el sector de componentes de automoción puso de manifiesto, más que nunca, su capacidad de adaptación a un entorno muy complicado y desafiante. Gracias a ello, si bien la cifra global de ventas fue de 77,7 millones de unidades (un 14% menos que en 2019), hay que poner el foco en la recuperación acontecida en los últimos meses del año como consecuencia del incremento de las ventas en los mercados chino y estadounidense, y una mayor estabilidad en sudamérica y ciertos países europeos.
Estos datos, unidos a los avances tecnológicos que están llegando a la industria, al peso cada vez mayor del mercado chino y a la consolidación del vehículo eléctrico en todo el mundo, permiten anticipar un horizonte de recuperación para el sector.
En 2020, Toyota recuperó el liderato de ventas mundiales, por delante del grupo VW, y Stellantis, nacido de la fusión entre FCA y PSA. En cuanto a modelos concretos, el coche más vendido del año fue el Toyota Corolla, seguido del Toyota RAV4 y del Ford F series. En europa el Volkswagen Golf lideró de nuevo el mercado, en un año en que el Opel Corsa, el Peugeot 208 y el Renault Captur entraron en el top 10. En españa, por su parte, el Dacia Sandero fue el coche más vendido, por delante del SEAT León, y SEAT fue el fabricante con mayores ventas.